sexta-feira, 1 de novembro de 2019

Uruguai - O que nos une.

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Marcia Rivera Hernández
28 de octubre de 2019

Los resultados de la primera vuelta electoral en Uruguay, 2019, me entristecieron, aunque el Frente Amplio la haya ganado. Sentí muy injusta la calibración que se había hecho de los afanes y logros de una fuerza política que puso a Uruguay en el mapa del mundo por sus logros en casi todos los ámbitos de gestión gubernamental.  Obstinada investigadora como he sido toda la vida, privilegié hoy analizar los datos de votación a lo largo del país, intentando encontrar pistas para comprender lo sucedido. Algunas cosas me van quedando claras al comenzar a organizar las piezas del rompecabezas con estudios que he ido guardando, observaciones personales de los procesos del país durante 15 años y mucha investigación de datos económicos, sociales y de comportamiento electoral. Esta es una aproximación inicial para tratar de entender lo sucedido, que quisiera compartir con amigos y amigas para estimular una reflexión más colectiva y profunda.

Primero: Tengamos claro que Uruguay tiene el sistema de balotaje más estricto que existe; en pocos otros lugares del mundo se requiere el 50% más uno de votos para ganar en primera vuelta. En la mayoría de los casos en que hay balotaje ese porciento oscila entre 35 y 45% y en otros se condiciona a superar una diferencia del 5% o 10%. En las elecciones de ayer, el Frente Amplio no alcanzó el 50%, aunque le sacó más de 10% de diferencia al segundo más votado, el Partido Nacional. Pero ese porciento fue insuficiente para asegurar mayoría absoluta en los cuerpos legislativos y podría generar dificultades para gobernar si el FA gana la segunda vuelta. Todos los líderes de la oposición –que tienen grandes diferencias entre sí– convocaron a juntarse para la segunda vuelta y sólo hay un mes para la nueva elección.

Segundo: Al analizar territorialmente el patrón de votación encontramos que el Frente Amplio tuvo sus mayores logros en Montevideo y Canelones, los Departamentos con mayor población urbana y donde se concentra su militancia política, así como la actividad económica y cultural del País. Mucho me sospecho que, en el proceso de gobernar, el FA como fuerza política redujo significativamente su capacidad de seguir haciendo educación ciudadana en todo el territorio. Tampoco parece haber podido realizar una campaña extensa para dar a conocer los logros, la expansión de derechos y oportunidades, para discutir con la gente las nuevas propuestas y para hacerlas partícipes de un proceso de transformación que sigue y debe seguir en marcha.  Ello fue fatal porque pareciera que no se logró que la población del interior conozca bien y valore cabalmente las enormes mejoras económicas y sociales de los pasados 15 años, que han sido ampliamente reconocidas internacionalmente. La lección fundamental que de esto se deriva es que la educación ciudadana siempre tiene que hacerse, aunque se esté en el gobierno. Además, que la gestión gubernamental no puede estar divorciada de la generación de una cultura política cada vez más profunda, renovadora y vital. Hay que poner en marcha un proceso dialéctico de gestión y educación ciudadana; de lo contrario el quehacer político se asfixia o se trivializa y la gestión estatal se burocratiza.

Tercero: Los resultados electorales develan procesos de intervención que se iniciaron desde el primer triunfo del Frente Amplio. Desde que el FA ganó las primeras elecciones en 2004, comenzó una progresiva penetración del fundamentalismo religioso de la mano de los EEUU, que enviaron al País a centenares de misioneros, como hicieron a otros países de la región. Pocos líderes del Frente Amplio le prestaron atención al asunto, aduciendo que Uruguay es un país genuinamente laico y que no acogería esa tendencia. Sin embargo, ya en las elecciones de 2014 el Partido Nacional había elegido dos legisladores que abiertamente expresaron haber sido apoyados por comunidades religiosas y deberse a ellas.  Hace cerca de un año, en la ciudad de Melo, no muy distante de Brasil, pastores evangélicos conservadores y pentecostales marcaron presencia política en el espacio público con la instalación del Monumento a la Biblia. Esa movida fue facilitada por caudillos políticos de derecha del interior del Uruguay. Poco después, pastores pentecostales y apóstoles convocaron a una marcha “por la familia”, que en el caso de Montevideo partió desde la “Plaza del Ejército” y llegó al Palacio Legislativo para protestar por “la ideología de género”.

Hay muchos indicios en la votación de ayer de que estos grupos se han expandido y anidan ahora en Cabildo Abierto, un colectivo derechista fundado por un General retirado, excomandante en jefe del Ejército uruguayo, que aún estaba en funciones cuando se lanzó al ruedo político. Testimonios en la prensa uruguaya de militantes de ese partido hacen referencia a la imperiosa necesidad de derrocar al Frente Amplio porque “está poseído por el diablo”, o porque “nos lleva directo al infierno”.  No hay que olvidar que el FA asumió la afirmación y expansión de derechos humanos y civiles como uno de sus objetivos y aprobó legislación para aborto seguro, matrimonios igualitarios, estableció programas para salud sexual y salud reproductiva, entre muchas medidas de equidad de género, que suelen ser detestadas por el fundamentalismo religioso. El brazo operativo de los Estados Unidos para incrementar la penetración del fundamentalismo religioso en Uruguay y todo el mundo es Capitol Ministries, una organización establecida en la administración de Donald Trump, que llegó a Uruguay para trabajar con la clase política de derecha hace cerca de un año.

A pesar de que falta investigar más a fondo, no es de extrañar que Cabildo Abierto se asociara a este esfuerzo y consiguiera en tiempo récord hacerse con más del 10% de los votos en los comicios presidenciales y legislativos de ayer. Vale recordar
que lo mismo ha sucedido en procesos electorales recientes en toda la región, donde se ha arraigado un fundamentalismo ligado a la “teología de la prosperidad”. Esa nueva religiosidad conservadora, que incluye también una renovación del Opus Dei en la iglesia católica, rechaza de plano las propuestas progresistas de organizar una sociedad sobre la base de equidad y derechos humanos. 

Cuarto: Como pasa en todo el mundo, los cambios tecnológicos están redefiniendo el mundo del trabajo y del empleo; Uruguay no es excepción. Aunque pueda estar mejor preparado que otros países en el uso de las nuevas tecnologías, porque se está haciendo formación intensiva en ello, el País todavía está en etapa de transición y hay mucho temor por la generación de puestos de trabajo. Los candidatos de la oposición ofrecían crear trabajo como si se tratara de algo sumamente sencillo.  A eso se añade que en los últimos años Uruguay ha tenido una política abierta y solidaria de recibir migrantes, particularmente del Caribe, que han llegado en números importantes desde Venezuela, República Dominicana y Cuba.  Una militante de Cabildo Abierto resumió ayer su sentir a un medio: “Estoy muy cansada de que la gente no tenga una fuente de trabajo y que vengan los extranjeros y ellos sí tengan las puertas abiertas para trabajar. Me parece que Uruguay es muy chiquito como para dejar su gente de lado y traer a otras personas.” Con toda probabilidad el Frente Amplio no reconoció la importancia de explicar bien a la población de todo el país por qué es importante para una sociedad envejecida recibir jóvenes bien formados y en edad de reproducirse, a fin de ir corrigiendo el desbalance demográfico que tiene. Otra vez, faltas de comunicación y educación ciudadana, pueden estar tras la pérdida de votos por la incertidumbre sobre la creación de empleos y el papel de los emigrantes para el desarrollo futuro del Uruguay.

Quinto: La inseguridad ciudadana es un problema que recorre al mundo hoy. Pero en Uruguay, una sociedad históricamente tranquila, que ha generado y distribuido bastante bien la riqueza, donde hay un buen nivel de equidad y acceso a oportunidades, el tema de la seguridad ha advenido a ser una gran preocupación, a pesar de que los datos de delitos no son  significativos en comparación con otros países. Desde hace meses, y usando un mecanismo constitucional de consulta ciudadana, Jorge Larrañaga, el segundo líder del Partido Nacional había recogido firmas que obligaron a hacer una consulta plebiscitaria dirigida a endurecer y militarizar la seguridad ciudadana. Para aprobarse debía juntar el 50% de endosos en la consulta de ayer y no logró llegar a esa cifra.  Pero los meses de discusión de la propuesta y el respaldo que dieron los medios de comunicación a la misma hicieron que todo el país escalara su valoración de la seguridad como problema y responsabilizara al Frente Amplio por ello. Los datos del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior están actualizados y disponibles para todo el público en la web y reflejan un buen nivel de efectividad por parte de la Policía Nacional y una reducción de los homicidios debido al progresivo mejoramiento de las estrategias de prevención, al esclarecimiento y al procesamiento de casos. Pero, el hecho de que el Ministro de Seguridad – que a juicio mío y de muchas personas ha realizado una labor excepcional – haya estado diez años en el cargo, llevó a mucha gente a reclamar que se necesitaba un cambio. El sonsonete del cambio se convirtió en ruido y el ruido seguramente en votos contra el Frente por el tema de la seguridad, desconociendo el importante trabajo que se ha realizado.

Sexto:  Según todos los comentaristas en los medios uruguayos, las perspectivas del Frente Amplio de cara a la segunda vuelta son negativas, dado el anuncio de coalición que hicieran los partidos de oposición al final de la noche.  Es innegable que habría que hacer un esfuerzo monumental para remontar la diferencia en votos, pero no es imposible. Y estoy convencida de que lo mejor para el Uruguay, y no sólo para el Frente Amplio, es que haya un nuevo gobierno frentista.  Para convertirse en una opción real de triunfo, la oposición tendría que trabajar un proyecto común en muy poco tiempo y las posturas que han sostenido sobre muchos asuntos son bastante diferentes.  No es meramente que cuatro o cinco líderes se pongan de acuerdo; es que las y los militantes de cada fuerza política, que vienen de larga tradición de ser rivales partidistas, acepten ir en esa coalición.  Si no hay un proceso serio de acuerdo, y meramente lo hacen para derrocar al Frente y asumir el poder, poco tardará en llegar la inestabilidad política y el estancamiento económico al Uruguay.  El Frente tendrá una voz fuerte y de ascendencia en los trabajos del Parlamento, así como amplia capacidad de convocatoria hacia las organizaciones sociales y sindicales.  Difícilmente se podrá aprobar legislación derogando derechos adquiridos en los pasados 15 años o cambios fundamentales en las estrategias económicas y las políticas sociales.  Intentar hacerlo, será invitar la protesta masiva, que no tardará de estar en las calles y toda la sociedad  perderá.

Los más importantes organismos internacionales vienen desde hace una década celebrando la manera de Uruguay llevar adelante sus procesos políticos, económicos, sociales y culturales.  Es muy triste pensar que el ruido de las botas, el del neoliberalismo rapaz y el de la injerencia extranjera puedan desestabilizar al hermoso y digno país que es Uruguay y convertirlo en otro lugar de turbulencia permanente, como lamentablemente ha vuelto a ser buena parte de nuestra América, por conflictos generados por intereses que no propenden al bien común. Ojalá Uruguay pueda evitarlo.

domingo, 3 de março de 2019



                      “O exercício obsceno da vingança”.

“Um sinal claro de que nosso desejo legítimo de justiça transformou-se em exercício obsceno de vingança ocorre quando as situações que humanizariam alguém são usadas para ofendê-lo e humilhá-lo. A morte de inocentes não lembra mais nossa igualdade diante da finitude da vida, mas a crueldade dos sobreviventes. Por isso o processo de demonização dos inimigos é infinito. Tudo o que nele o torna como nós, como o fato de que ele tem filhos e netos, que sofre e que ama, precisa ser negado. A impossibilidade de compartilhar qualquer coisa que seja, com este outro. Se Freud estava certo, no inconsciente, vigora a lei de Talião: olho por olho, dente por dente. Disso podemos intuir que aqueles que agora gozam e desejam com a morte de uma criança de sete anos, cedo ou tarde, serão cobrados em dobro, na moeda da culpa, pela sua própria consciência.

Muitos brasileiros hoje se perguntam como é possível defender Jesus Cristo atrás de uma arma, ou usado para apoiar o ódio ou a violência. Poucos percebem que a crença de que todo mal descende de uma pessoa, ou de uma classe de pessoas, é um subterfúgio para liberar o que há de pior em nós. Usar a lei para nos proteger do mal é uma das estratégias mais antigas de pacificação subjetiva. Como se tudo que fosse legal assegurasse nossa moralidade.

Mas o fato é que existem coisas legais e imorais, assim como existe um uso da lei para humilhar e vingar-se do outro. Dentro de todos os impasses que separam e unem a justiça do direito há algumas máximas morais que estão acima de contextos e circunstâncias. O luto e o respeito pelo luto alheio é uma delas.

É o que acontece quando usamos os erros dos outros para nos sentirmos mais puros e justos. Mas o custo subjetivo para manter esta satisfação com a falta do outro pede cada vez. É preciso cada vez mais ofensa e degradação do outro para obter o mesmo efeito de limpeza da consciência.

É preciso cada vez mais maldade no outro para reassegurar nossa bondade. É assim que na história mais mal tenha sido feito em nome do bem do que do mal ele mesmo.

Quanto mais os escândalos de corrupção aparecem do lado do governo, quanto mais laranjas, motoristas e goiabeiras surgem, pior tem que ser o PT e os petistas.
 P
                    sicanalista, professor da USP: Christian Dunker


 
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